La princesa y el guisante

Érase una vez un príncipe que quería casarse con una autentica princesa. Dio la vuelta al mundo y encontró a muchas princesas.
Pero siempre había algo en ellas que le hacia sospechar que no eran del todo verdaderas princesas.
Así que volvió a casa muy triste.
Una noche de tormenta llamaron a la puerta de palacio.
El rey en persona acudió a abrir.
Una joven con la ropa empapada y la melena chorreando sobre la cara pedía hospitalidad…
!Pretendiendo ser una princesa!
“Eso lo veremos”, se dijo la reina.
Y puso un guisante sobre el somier de la cama de la habitación de invitados.
Luego coloco encima veinte colchones y veinte edredones de plumas.
En esa cama dormiría la princesa.
A la mañana siguiente, la reina pregunto a la joven si había dormido bien.
“!Fatal!”, respondió ella. “!Había algo duro en mi cama, tan duro que tengo el cuerpo lleno de morados!”
El rey y la reina tuvieron que reconocer que se trataba de una princesa autentica.
El príncipe se caso con su verdadera princesa y expusieron el guisante en la galería de los tesoros.

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